viernes, 29 de marzo de 2013

Otras Pascuas y otro aniversario

Como alguna vez cantó Pablo Milanés, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.

Hoy quedan lejos esas Pascuas de 1987 cuando los carapintadas se amotinaron contra la jerarquía militar. El miso Raúl Alfonsín se refirió a ellos como héroes de Malvinas.

Mucho más lejos queda ese glorioso abril de 1982 cuando el mundo supo que Argentina no era sólo un país en vías de desarrollo sino que se trataba de una nación soberana y decidida a poner en la agenda mundial el diálogo sobre la soberanía de unas islas perdidas en el Atlántico Sur y sólo olvidadas por el resto del planeta.

Hoy, a 31 años de esa gesta seguimos convencidos del objetivo, pero a diferencia de esos años estamos perdidos en el rumbo tomado. Está bien tener el apoyo de ONU, CELAC, Unasur y el Comité de descolonización, pero no sirve de nada a la hora de reclamarle a una verdadera potencia (si no me creen, miren lo que hacen China o Korea del Norte, hablando mal y pronto, se cagan en la tapa del órgano).

El Reino Unido no va a entregar las Malvinas por la sencilla razón que no se deja mojar la oreja por cualquier perejil. Lamentablemente, los perejiles cualquiera somos nosotros por varios motivos:
1.- Nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad han sido diezmadas y no son capaces siquiera de contener a Hinchadas Unidas Argentinas si es que se ponen de traste con la AFA
2.- Nuestro Honorable Cuerpo Diplomático está compuesto por una runfla que desconoce el concepto de diplomacia
3.- Todos los gobiernos, desde entonces a la fecha, se han dedicado a desproveer al pueblo argentino de esas pocas cosas que constitucionalmente deben brindarnos, que no son otras que educación, salud y seguridad

Ejemplificando:
Si soy un tipo más o menos corpulento, no me mueve un pelo si una larva me viene a reclamar que le devuelva el perro que me apropié hace unos años porque lo vi andando sólo por la calle. Si además de ser una piltrafa me prepotea, peor. A eso le agrego que este ñato no sólo descuida sino que maltrata a sus propios perros ¿le voy a devolver el perro? Yo creo que no. Se lo voy a devolver el día que vea que cuida sus cosas y me lo pide bien, o porque si no se lo devuelvo me lo puede sacar por la fuerza dándome una flor de paliza.

Nuestros gobiernos militares y democráticos lograron su objetivo: tener un pueblo bruto y apasionado pero dócil. Por querer lograr su cometido, que no es otro que entronizarse de por vida, hicieron todo lo que tenían a su alcance: degradaron la educación (hasta de colegios privados salen bestias cuyo error más leve es tener faltas de ortografía), la seguridad (se vive mirando a los cuatro lados tratando de identificar alguna amenaza), la salud (además de tener miedo por la integridad física hasta en los hospitales, uno se preocupa por si ahí tienen los medicamentos necesarios para tratarse), la justicia (como se dijera una vez en el programa de Tato Bores, "nunca hubo tanta seguridad jurídica como ahora: si el gobierno quiere que esté limpio, se está limpio", además de ver a diario como un tipo que se manda una macana sale sin culpa y cargo a los pocos días) y la identidad nacional (la milonga, la zamba, la chacarera, el chamamé, la cueca y de roce el candombe fueron reeplazados por la cumbia villera y el reaggetón, mientras el asado y el puchero por McDonald's).

Si bien soy opositor, estoy en total acuerdo con Cristina Fernández de Kirchner cuando reclama por la soberanía de las Islas Malvinas. Pero creo que para tener un reclamo sólido debemos primero ocuparnos de lo que ya tenemos.

Deberíamos volver al preámbulo de nuestra Constitución: "constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino".

1 comentario:

Anónimo dijo...

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