viernes, 11 de febrero de 2011

La fiesta inolvidable

La República Argentina es una fiesta. No tenemos inflación, la falta de alimentación infantil es un cuento de oligarcas que pretenden demoler la cultura de los pueblos originarios, los robos no existen porque nos desprendemos feliz y voluntariamente de todo lo que nos sobra gracias a nuestro trabajo, tenemo un nivel de educación y cultural de la gran puta tenemo, la gente gasta una millonada en cualquier pavada porque eso es lo que vale y se pueden dar ese lujo, se recuperaron los goles secuestrados, hay netbook para todos (tal vez no vengan con métodos para aprender a leer, escribir, sumar y restar pero vienen con una colación) y ahora también hay mila kirchnerista.

Charly tenía razón, "la alegría no es sólo brasilera". Estamos mejor que nunca. ¿Qué ingrato puede cuestionar eso?

Esa gente mayor que se hace llamar "jubilados" siempre se quejaron y no son más que unos avaros egocéntricos que pretenden más de lo que requieren sus necesidades (arroz, polenta y unos fideos para el domingo). Ellos prefieren que se les dé más guita por més, que el ANSES se ocupe de sus lujos asiáticos y no les importa desfalcar al Estado y sus necesidades de emitir deuda u otorgar créditos para los pocos que sí pueden acceder a ellos. Si así son ellos, mejor no hablar de los pensionados o los que tienen el honor de cobrar un seguro de desempleo.

Están los mojigatos que hablan de honestidad y transparencia pública. A ver si se fijan cómo andan por casa, che.

La clase media (que pese a los grandes esfuerzos realizados en los últimos 25 años para erradicarla, mal que mal todavía subsiste) hace pucherito porque como son vagos no quieren ir al mercado central a pagar los precios anunciados por Boudou y Cristina (a quienes solemos cruzar asíduamente en esos pasillos buscando las ofertas para la compra de la semana) y porque no se quieren hacer cargo su responsabilidad en el alza de la delincuencia (claro, los señoritos hacen ostentación mostrando zapatillas, pilcha o un auto medianamente decente y pretenden que se les cuiden y defiendan sus caprichitos).

La diferencia entre todo esto y la película "La fiesta inolvidable" es que en la película las víctimas de las cagadas que se mandaba el personaje de Peter Sellers no les cambiaban el amperímetro de sus vidas y nosotros acá, en la República Argentina, tenemos que emplear cada neurona para encontrar la forma de no irnos al tacho por las cagadas que se mandan los personajes de Cristina Fernández (¿"de Kirchner" se usa también aunque sea viuda y ese complemento no aparezca en su Libreta Cívica? - no me jodan, ella nació antes que los DNI) y todo el séquito de genuflexos que la secundan.

4 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

Coincido con tu pensar.
Con lo de los humanos y la honestidad también.
Saludos cordiales.
Alicia

Ron Damón dijo...

Hola Alicia:
Gracias por tu comentario.
Saludos,
Pato

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Un kilo de milangas listas para comer a 21 pesitos es una ganga. Unas cuantas víctimas por intoxicación masiva, y vas a ver como la inflación baja por carencia de demanda. Eso es ser visionario!!

Ron Damón dijo...

Gracias Don Relato por su visita.
No se me había ocurrido la estrategia de intoxicación masiva pero pensándola un poco parece brillante. Entonces me pregunto si el candombe de Néstor no estará planeado para provocar ACV en masa (no lo dejen solo a Carlín).